El tiempo y los libros Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

El espejo de la relectura

Se trata de entender cómo has cambiado con los años, si las impresiones iniciales se han mantenido inalteradas, si has envejecido tú o han envejecido los textos

Natalia Ginzburg, en Roma en 1989.  / LEEMAGE

Cuando tenía 54 años, en plena crisis matrimonial y vital, August Strindberg publicó ‘Tot sol’ (en catalán en L’ Avenç), un relato que quería ser una exploración de las virtudes de la soledad, sobre todo como forma de reflexión. Solo en una casa de huéspedes, sin salir casi nunca ni ver a amigos, Strindberg quería entender el paso de tiempo, “llegar a un acuerdo contigo mismo y tu pasado”. Una de las vías podía ser a través de la literatura, y más en concreto de la lectura de Balzac: durante 10 años, explica, había leído los 50 volúmenes de ‘La comedia humana’ y eso le proporcionó “una cierta resignación, una sumisión al destino o a la providencia que me redimía del dolor de los embates de la vida”. Leyendo a Balzac, le parecía que había vivido “otra vida, más extensa y rica”, donde llegó a conocer a 4.000 personas —las que vivían en esas novelas—.