Homofobia Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Cosas de críos

Tenemos atrofiada la empatía, a la que hemos confundido con mandar unos cuantos tuits de indignación

Dos activistas protestando contra la homofobia.  / EFE

Vivo entre tantas noticias que a menudo me cuesta enterarme de algo, porque no es lo mismo saber que darse cuenta. Me ocurrió hace días, cuando oí que un niño llamaba a otro niño maricón, y aquello me removió como si yo no supiese que esas cosas pasaran. Claro que lo sé y lo oigo decir y he ido a mirar las cifras para cerciorarme de que han crecido las denuncias por homofobia. Sé que hay un odio que persiste y, sin embargo, me impactó escuchar el caso concreto de un niño, ni siquiera en la adolescencia aún, que había llamado a otro maricón con voluntad de hacerle de menos y hacerle daño, con voluntad de arrinconarle. A mí, entonces, me miraron sorprendidos de que me hubiera sorprendido, recién caído del guindo, pero es que acababa de recordar, o seguramente de aprender, que no es lo mismo saber que darse cuenta, para lo que a veces hace falta por desgracia que aquello que descubres te pase a ti o a los tuyos o te pase cerca. Tenemos atrofiada la empatía, a la que hemos confundido con mandar unos cuantos tuits de indignación.