He seguido con interés muchas cumbres sobre el clima y aviso que sería capaz de dar una conferencia divulgativa en un centro cívico. Hablaría del calentamiento global y del objetivo de los 1'5 grados, y de los combustibles fósiles y de las tensiones geopolíticas entre países en vías de desarrollo y países ricos, entre economías emergentes y viejos continentes que ya han contaminado lo suficiente. Incluso sería capaz de participar en una tertulia. Siempre es lo mismo y, al final, ya te lo sabes. Siempre es la última oportunidad que tiene el planeta, y siempre empieza con un discurso emotivo y estimulante y termina a altas horas de la madrugada (o después de una prórroga, como en la COP26) con cuatro papelitos manuscritos y arrugados para añadir a la resolución final, como si fuera una asamblea de boy scouts.
Pros y contras Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
El optimismo impertérrito de los mínimos acuerdos de Glasgow
Un activista muestra una pancarta durante la cumbre del clima COP26 de Glasgow. /
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