Es probable que tanto los creadores como los espectadores sigamos pensando que el buen cine no es compatible con la presencia en pantalla de mails, videollamadas o whatsapps. Es probable que sintamos que todo eso sigue siendo poco cinematográfico (no nos pasa tanto con las series) y que hay que evitar o pensar mucho cómo incluir la tecnología cotidiana y las redes sociales en las películas. No me refiero a propuestas que las usan como mecanismo, como las magníficas 'Catfish' (2010) y 'Nerve: Un juego sin reglas' (2016). Ni a las que abordan las relaciones humanas en tiempos de redes sociales y los efectos colaterales de éstas, como el aislamiento, la soledad y la ansiedad: de 'Her' (2013) a 'Eighth Grade' (2018). Hablo de películas en las que la tecnología cotidiana es exactamente eso, algo que forma parte del día a día de los personajes y lo condiciona. En 'Madres paralelas' (2021), de Pedro Almodóvar, los personajes llevan todo el rato el iPhone en la mano y algunas revelaciones nos llegan por ahí. Otros descubrimientos los hace la protagonista mirando el mail.
Cine e internet Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Miedo al móvil
Hay cineastas que han incorporado la tecnología cotidiana de forma orgánica, pero no puedo evitar sospechar que muchos otros ambientan sus películas en otras épocas para ahorrarse el trago de meter a un personaje mirando Instagram
Penélope Cruz en un fotograma de ’Madres paralelas’.
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