Europa vive una nueva crisis humanitaria en sus fronteras. Intereses geopolíticos, crear el caos o generar inestabilidad en los vecinos a través de la utilización de las personas migrantes se han convertido en algo que no resulta ajeno. De hecho, durante el último año y medio ya se han vivido crisis similares. En marzo de 2020 sucedió en la frontera entre Turquía y Grecia, en mayo de 2021 en la frontera que separa a Ceuta de Marruecos. Ahora le ha tocado el turno a la frontera oriental de la UE, una frontera sobre la que de manera constante se cierne algún tipo de amenaza, real o percibida, provocada por la cercana Rusia y convenientemente aprovechada para sus fines políticos por los gobiernos concernidos. Estos casos tienen una serie de características que los igualan. Los tres, Turquía, Marruecos y Bielorrusia, forman parte de la vecindad europea, ninguno de ellos puede ser considerado una democracia y todos ellos tienen objetivos políticos que ponen en jaque a la UE. Ahora también les une la capacidad para movilizar a ingentes cantidades de personas en las fronteras concernidas con el fin de alcanzar un fin geopolítico que favorezca a sus intereses.
Contexto Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Lukashenko y Morawiecki ganan
La construcción de más vallas en las fronteras no solo no resuelve la crisis humanitaria, tampoco las tensiones con Bielorrusia y Rusia y además debilitará a la UE internamente
Migrantes en la frontera entre Bielorrusia y Polonia, en la región de Grodno. /
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