El desliz Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

El agujero de un donut

El peligro cierto de la obesidad infantil pesa más que el derecho de los anunciantes a captar a un público que no puede distinguir lo bueno de lo malo

Unos niños ingieren bollería. / ARCHIVO / MARTA JORDI

El premio de la pasada semana a la imagen definitoria del tonto contemporáneo probablemente se la lleve ese cargo del PP que colgó una foto suya rodeado de dulces y bollería industrial, bajo el epígrafe: «Que dice Alberto Garzón que va a prohibir nosequé». 'Nosequé' no son las chuches y los aperitivos basura, sino la publicidad que de ellos se hace especialmente dirigida a los niños, y tampoco toda, solo la emitida a determinadas horas para proteger a esta población vulnerable. El ocurrente amante de las grasas saturadas es el experto en comunicación online del PP, Ismael Sirio López Martín, quien tiene en su perfil de Twitter una de esas frases lapidarias que deben hacernos reflexionar: «Gratis significa que otro lo paga». Lo podrían suscribir desde el comisario Villarejo hasta los magistrados que le han vuelto a calzar la enésima condena a Jaume Matas por corrupto. Lo podrían imprimir en el felpudo de la nueva sede de su partido, si es que llega a haber mudanza desde Génova, que lo dudo. Les enseñé la foto del augur de Pablo Casado, forofo declarado de Cuarto Milenio, a mis hijos y se quedaron escandalizados. «¿Le dejan comerse eso sus padres?», preguntó uno. «Igual no sabe que los hacen con aceite de palma, que mata los bosques de los orangutanes», anotó la otra. Hay que ver con los señores de derechas que asustan a los niños. Les tranquilicé. El hombre de la foto, pese a no tener un aspecto especialmente saludable, solo está fingiendo que se harta a porquerías porque defiende la libertad de comer porquerías solo si es la ajena, y básicamente la de los pobres. Seguro que después de hacerse la foto lanzó todos esos productos al contenedor amarillo y se fue a un buen restaurante y se pidió un rodaballo. O un chuletón como el que asaba sin fuego su jefe cuando el ministro de Consumo, que habla lo que calla la de Sanidad, se refirió a la necesidad de reducir la ingesta de carne roja por pura salud. Roja y barata, añado yo. Los chuletones suelen llevar incorporado el efecto disuasorio en el precio.