El mundo está muy preocupado. O, como se diría en inglés, 'deeply concerned', esa expresión que suele aparecer en la boca de los líderes internacionales cuando quieren demostrar que hacen algo por un tema candente. El cambio climático se nos viene encima, pero para que este se pueda revertir a los líderes mundiales reunidos en Glasgow les va a tocar explicar a sus respectivas opiniones públicas (y obligar o persuadir a poderosísimos 'lobbies') de que hay que gastar dinero y hacer cambios estructurales que garanticen que ningún país se quede atrás. No parece un buen augurio que ayer corrieran por la red imágenes del centro de Glasgow lleno de coches oficiales aparcados, o que se supiera que el salmón que se sirvió en la cumbre procedía de una empresa sancionada en múltiples ocasiones por daños medioambientales. La movilidad y la alimentación están en el centro de lo que se va a debatir y decidir en la COP-26, y que ni siquiera de cara a la galería se sea mínimamente coherente con esto es, cuanto menos, un muy mal presagio. Un caso clásico de muchas lágrimas y muy poca vergüenza.
Cumbre del clima Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
'Deeply concerned'
Ya no podemos seguir viviendo igual. Toca centrarnos más en los fines y menos en los medios
Protestas en Glasgow por los activistas de Oxfam /
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