Se discute si los jueces deben nombrar a los jueces, como si no lo hicieran ya. Ni se plantea que los ciudadanos nombren a los jueces. O que los ciudadanos sustituyan a los jueces, dado que ningún adulto en su sano juicio imputaría a Tezanos por malversación, confundiría el placer sexual con el dolor de una violación o castigaría con años de cárcel a quien llamara ladrón a Juan Carlos I. Para consolarse, la plebe todavía nombra a los parlamentarios, su única prerrogativa antes de que Meritxell Batet sometiera también el poder legislativo al judicial, en aplicación de la ley del miedo insuperable.
Conflicto entre poderes Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
El legislativo se somete al judicial
La soberanía popular, esa perversión afrancesada, queda aplastada entre el poder ejecutor y el perjudicial
La presidenta del Congreso, Meritxell Batet, en una foto de archivo. /
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