‘Mediterráneo’ lleva casi un mes en cartel y no ha reventado la taquilla, pero la han visto ya más de 50.000 personas. Algo es algo, sobre todo porque la historia de Open Arms creo que merece ser conocida ‘urbi et orbe’. Uno de sus protagonistas en la ficción, el gran Eduard Fernández, me comentaba el otro día, entre alucinado y triste, que alguien había montado una campaña en redes contra la película… ¡porque está hecha en castellano! “Deben de ser cuatro gatos...”, especulaba, y seguramente lleve razón. Pero hay gestos que no pesan tanto –o no solo– por la frecuencia sino por su significado. Me acordé del añorado Joan Margarit, aquel poema donde recordaba su infancia cuando la Guardia Civil le decía: “¡Habla en castellano, coño!”; para añadir más adelante: “Pero las peores entre las palabras, las que más daño iban a causarme, las he escuchado en mi propia lengua”.
El boicot a 'Mediterráneo' Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Odiadores lingüísticos
Convertir la lengua en un garrote supone, además de una insensatez, un poco volver a las cavernas, cuando el ser humano no había descubierto aún la magia de la palabra
Eduard Fernández en ’Mediterráneo’.
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