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Aunque solo sea por imagen

El cambio de actitud de los populares sobre la renovación de los órganos constitucionales responde, sin duda, a que a una parte de su electorado le gustaría ver un PP más pactista

Pedro Sánchez saluda a Pablo Casado en el Monasterio de Yuste, el pasado jueves, en la entrega del premio Carlos V a Angela Merkel. / Ballesteros / Efe

Es indudable que al PP le va bien en las encuestas. Prácticamente todas, con la notable excepción del CIS, lo sitúan por delante del PSOE y con posibilidades de formar Gobierno en alianza con Vox. Si esos resultados prospectivos están relacionados con su implacable oposición al Ejecutivo de Pedro Sánchez los populares no tendrían por qué cambiar en nada su estrategia. Dos años más de acoso y derribo y tras las elecciones, a la Moncloa. Pero no debe de parecerles tan sencillo. ¿Por qué si no, después de meses de bloqueo, se habrían mostrado dispuestos a pactar la renovación de los organismos constitucionales? Ese cambio de actitud, realizado de un día para otro, responde, sin duda, a que a una parte de su electorado, al más moderado, al que absorberán de Cs, le gustaría ver un PP más pactista. Seguramente también a que en ese asunto han perdido la batalla de la opinión pública, porque ha calado la idea de que si no hay renovación de instituciones como el Tribunal Constitucional o el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) es porque los populares no quieren.