Catalunya se ha transformado en un archipiélago social y cultural y gobernarlo no es tarea fácil. No lo sostengo para renunciar a la crítica de una clase dirigente, política y empresarial, responsable de la irrelevancia que hemos alcanzado. Lo digo porque hacer una radiografía acertada de la sociedad en la que vivimos debiera ser el primer paso para formular cualquier proyecto político. Cuando Barcelona hizo suya la propuesta de unos Juegos Olímpicos destinados a modernizar la ciudad y el territorio, la sociedad catalana era otra. Todavía existía una burguesía heredera de aquellos capitanes de industria de Jaume Vicens Vives, y una clase obrera, procedente mayormente del resto de España, que se había ganado un lugar en las instituciones defendiendo la libertad y el estatuto de autonomía. La sociedad catalana era reconocible utilizando los parámetros que servían para entender las sociedades europeas de la posguerra. 30 años después, ya no es así.
Proyecto común Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Gobernar el archipiélago catalán
La creciente diversidad de Catalunya no cabe en un sí o en un no
Barcelona 28/09/2021 Política. Pere Aragonés interviene en el Pleno del Parlament FOTO de FERRAN NADEU /
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