Es muy posible que haya batido un doble récord: récord de permanencia –inmóvil– en el sofá, y récord de atención –hipnótica– ante el televisor. Una semana entera. No recuerdo otra situación parecida. Algún acontecimiento puntual me retuvo, en ocasiones, pendiente de la televisión el tiempo preciso para satisfacer mi curiosidad o mi codicia informativa, pero lo de esta pasada semana ha sido (y es, sigue siendo) excepcional: abducido por el fuego, por el rojonaranja de las llamas, por las flamígeras columnas, por el rugido de la montaña, me resulta imposible centrar mi atención en ningún otro asunto. Imposible rechazar la atracción, apartar los ojos, rebajar el asombro. Imposible no seguir, hora a hora, metro a metro, el camino de la lava cuesta abajo.
Volcán de La Palma Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Llamas, humo, ceniza
Ya no habrá paisaje. Imposible el regreso a lo que fue, porque todo lo que fue estará –está ya, ahora mismo–, sepultado, enterrado, hecho roca, dura piedra
Siete días de infierno en La Palma por la erupción del volcán
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