Si la pandemia ya nos ha dejado clara la vulnerabilidad de una sociedad desarrollada, que se creía segura, acontecimientos como la erupción del volcán de La Palma vienen a confirmar aún más, si cabe, esa sensación de que nada de lo construido con más o menos esfuerzo, con más o menos acierto, es sólido. Es por ello que la detención el jueves del ‘expresident’ Carles Puigdemont en Cerdeña, cual terremoto político, podría tener efectos igualmente destructivos para asuntos que se estaban empezando a encarrilar. Esos sí, aún incipientes y débiles. El diálogo entre el Gobierno español y la Generalitat, por ejemplo. Una interlocución aún tan solo bosquejada, con una debilidad de origen que no solo se debe a que aún se está empezando a andar el camino, también a que hay elementos —la derecha española y JxCat, por ejemplo— que preferirían sabotearla desde el principio.
Detención en Italia Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Lo que no debería pasar
Estaría bien que Aragonès y Sánchez se conjuraran para evitar que su apuesta por el diálogo acabe saltando por los aires
Concentración frente al Consulado Italiano en Barcelona para pedir la liberación de Carles Puigdemont. /
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