Durante años, el ‘procés’ se impuso en la propaganda internacional. El gobierno del PP, entre el desprecio y la ineptitud, no supo contrarrestar un movimiento que mostraba su mejor rostro al mundo. Eran los días de las sonrisas, de las movilizaciones masivas, de una ilusión que recorría buena parte del tejido cultural y asociativo catalán. El ‘procés’ era mucho más que los rostros de unos políticos, se vendía como el sueño optimista de un pueblo. La parálisis de Rajoy, la brutalidad del 1-O y unas penas de prisión de difícil explicación sumaron complicidades.
Pros y contras Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Puigdemont, el desestabilizador
Al 'expresident' se le ha puesto cara de populista. Y eso no genera simpatía
Carles Puigdemont, en una imagen de archivo. /
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