Conocidos y saludados Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Todo estaba escrito

El escenario que se abrió con la reunión del pasado miércoles sigue el guion de las reflexiones que dejaron Pedro Sánchez y Pere Aragonès en dos libros publicados hace ya un tiempo

Pedro Sánchez y Pere Aragonès en el Palau de la Generalitat. / Ferran Nadeu

Acaba la semana con una tenue ilusión en el horizonte. Los dos 'Petrus' se han sentado en la mesa con intención de dialogar. Atendiendo a la etimología de sus nombres, sus personalidades deberían responder a la piedra que les proclama. Y por sus gestos, nada indica que no sea así. Pedro Sánchez Pérez-Castejón (Madrid, 29 de febrero de 1972) ya lo había expuesto en su recorrido político y reafirmado en su 'Manual de resistencia' (Ed. Península). Es allí donde hablando de la crisis en Catalunya y haciendo una defensa de los partidos políticos frente a las nuevas plataformas, reconoce que ERC “sigue siendo un partido, están dotados de organismos internos, sus garantías, en fin, (…) eso les hace más estables y previsibles”. Y así enseñaba las maneras que ahora despliega. Siendo pues, un defensor de la línea tradicional frente a su alternativa, no puede decir lo mismo del por él calificado como  “nacionalismo conservador” del que cree que ha hecho un análisis equivocado del momento pensando que “la era de los partidos políticos ha tocado a su fin y que deben convertirse en plataformas horizontales”. Señala a Carles Puigdemont como el persistente en una idea detrás de la cual “se esconde una especie de caudillismo aquejado de problemas de hiperliderazgo”. Y remata: “Esa personalidad se convierte en tu principal activo electoral, pero también en tu principal desestabilizador interno”.