Creo que fui una adolescente adicta. Me pasaba el día leyendo y escribiendo. Escondía novelas entre mis libros de texto, escribía cuentos en clase de matemáticas (y en todas las demás). No prestaba atención a nada de lo que ocurría en el mundo real. Faltaba a clase por terminar una novela o por visitar la biblioteca en busca del último descubrimiento. Leí cantidades ingentes de novelas, de día y de noche (a veces sin dormir). No me interesaba el deporte, me costaba la vida social y, en general, todo lo que no fuera literatura.
Adicción a las pantallas
Adolescentes cabreados
Se habla mucho de la gente joven sin comprender nada y con ánimo, parece, de demonizarlos
Un adolescente juega a Fortnite en el cuarto de su casa. /
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