A estas alturas conviene aceptar que el llamado conflicto sobre el futuro político de Catalunya que los gobiernos de España y la Generalitat quieren encauzar a través del diálogo es irresoluble. Parafraseando a Ortega y Gasset solo se puede “conllevar”. Para los independentistas el único sentido de esa mesa es poner las bases para la celebración de un referéndum de autodeterminación. En cambio, ningún Gobierno español, sea del partido que sea, puede abrir la puerta a un proceso de secesión sin antes o en paralelo iniciar una reforma agravada de la Constitución tan compleja como de casi imposible culminación a medio plazo. Además, pese a las duras acusaciones del PP, tampoco el PSOE va a poner nunca la unidad territorial en el mercado de la negociación, aunque por razones de dependencia en el Congreso se preste a escuchar a ERC, pero dejando muy claro que tanto la amnistía como el referéndum son infranqueables. Así pues, estamos ante un problema sin solución ni desde el diálogo, ni por la vía unilateral, como quedó demostrado en 2017.
Mesa de diálogo Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Conflicto irresoluble, diálogo inagotable
Estamos ante un empate de impotencias. Ni el secesionismo tiene fuerza para imponer la autodeterminación ni el constitucionalismo puede obviar que hay un problema que hasta ahora ha causado un daño institucional considerable
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