No cambio por nada el festival del reencuentro con las amigas, cuando volvemos de las vacaciones. La sensación la conocemos todas desde bien pequeñas, porque es una cosa que se aprende en los años de colegio. Si entonces, en septiembre, al volver a vernos después de dos meses larguísimos, estábamos más altas, más morenas y con mil historias que contarnos, ahora, aunque igual solo hemos estado lejos las unas de las otras un par de semanas como mucho, vemos que también hemos crecido.