La aparición de un director en su propia película cobra un matiz distinto en el presente. No me refiero a los cineastas que se reservan (o conciben para ellos) personajes de sus propias películas, que se dirigen a sí mismos. Se trataría de los que tienen en ellas un cameo juguetón, una intervención anecdótica pero cómplice con el espectador, y de los que, sin llegar a ser presencias esenciales en esos filmes, salen un poquito más y proponen un diálogo (no menos juguetón) entre su personaje y su persona. Coinciden en el cine dos películas en las que sucede esto último: 'Tiempo' (2021), de M. Night Shyamalan, y 'Annette' (2021), de Leos Carax. En otro momento habría sido simplemente una casualidad curiosa. Y esas apariciones no habrían resultado sorprendentes en ninguno de los dos casos porque no es la primera vez que esos directores salen en sus propias películas. Shyamalan tiene cameo en prácticamente todos sus filmes, y Carax aparece en algunos: recuerden, sin ir más lejos, el metafórico inicio de 'Holy Motors' (2012), con él entrando en pijama en una sala de cine espectral. Sin embargo, esas intervenciones cogen una dimensión distinta en 2021.
Cine con identidad Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Mucho más que cameos
El hecho de que un cineasta aparezca en su propia película parece un recordatorio apasionado y urgente de que esa obra les pertenece
Adam Driver, Leos Carax y Marion Cotillard, tras la presentación de ’Annette’ en Cannes /
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