En la tecnología, en la medicina y en la vida misma todo va muy rápido. Pero en política aún más: los vivos no pueden estar nunca tranquilos y los muertos a veces resucitan. Que se lo digan al expresidente Mariano Rajoy, que, a mitad de mayo de 2018, celebraba feliz con su equipo una cena especial en un hotel de Gran Canaria: acababan de aprobar los Presupuestos Generales del Estado. Solo 15 días después ya no era presidente, derrocado por una insólita moción de censura que encumbraría a Pedro Sánchez a la Moncloa. Aquella aciaga tarde del 1 de junio, Rajoy se reunió con los mismos de Canarias en un reservado en Madrid en una comida funeral. Era un viernes. El martes siguiente, al mediodía, presentó su dimisión como presidente del Partido Popular y renunciaba a su acta de diputado. Salvo accidente mortal, o debacle electoral, una salida tan vertiginosa de la política parece imposible.
Decisiones urgentes Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Nada es más veloz que la política
Retener decisiones en plena crisis por una negociación entre partidos no es prudente
El alto representante para la política exterior y de seguridad común de la UE, Josep Borrell, durante una rueda de prensa en Bruselas. /
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