El desliz Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Empatía, sororidad y resiliencia

El manoseo de conceptos bellos e importantes como forma de no pasar a la acción se está convirtiendo en una de las bellas artes de la política actual. Escudos blandos para problemas serios

Teresa Ribera, ministra de Transición Ecológica, conversa con José Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, en presencia del ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá. / José Luis Roca

La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha pedido «empatía social» a las eléctricas que han desaguado embalses sin necesidad, salvo la necesidad de que el recibo de la luz siga costando un ojo de la cara. La mujer desesperada del Gobierno de Pedro Sánchez se encomienda a los neoconceptos del bien común como yo me encomiendo al tres por dos del híper, pensando que va a servir de algo. Pero cuando miro la cuenta (ya no la pido en papel para colaborar en un futuro más sostenible) veo que otra vez he superado los dos dígitos, malditos ardides de la mercadotecnia. Sostiene Ribera que la «empatía social» cotiza en bolsa, y los expertos en macroeconomía se han apresurado a apostillarle en las tertulias que efectivamente es así, y que los consumidores damos la espalda a las empresas que no se muestran ejemplares. Qué risa, deben estar temblando los ejecutivos millonarios que nos dan candela mientras nos sacan los higadillos por si les castigamos con el látigo de nuestra indiferencia. Yo no sé nada de macroeconomía pero me apuesto el tercer pack (gratuito) de latas de atún a que ni Ribera ni los expertos saben cuánto han pagado este mes de electricidad. Yo he pagado 10 euros más que el pasado, y eso que durante 15 días no estuve en casa: misterios del tarifazo.