Nueva etapa Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Volver a los básicos del catalanismo

Empantanados por la telaraña judicial y a pesar del nuevo clima político, en muchos sentidos necesitamos recomenzar de nuevo. Con un programa muy amplio que aspire a convocar a la inmensa mayoría

Una ’senyera’ en un balcón de Barcelona. / IOSU DE LA TORRE

La historia del catalanismo durante el siglo XX es también la historia del improbable éxito de un movimiento cultural y político que se propuso la reconstrucción de una nación que había ido languideciendo, en Europa occidental. Seguramente un éxito solo compartido, en parte, con Escocia y Flandes. Y cuando digo improbable quiero decir que, dadas las condiciones políticas en las que el catalanismo ha operado durante el siglo pasado, lo más previsible era que hubiera fracasado en su propósito principal. Pero no es el caso. La nación catalana persiste, la lengua catalana se ha normalizado y extendido, la cultura propia es vibrante, las instituciones propias se han recuperado, la estatalidad catalana administra un presupuesto de más de 25.000 millones de euros y tiene un cuerpo de más de 200.000 servidores públicos y formamos parte del club de países privilegiados en términos de renta per cápita, con unos índices de bienestar, en términos comparados, altos. Todo ello, además, logrado sin emplear la violencia, en un contexto demográfico complejo y con un Estado central de matriz y mentalidad centralista y uniformizadora, con décadas de persecución y represión. Claro que el balance, para todos los catalanistas, desde los autonomistas hasta los independentistas, es también insatisfactorio. El reconocimiento nacional es insuficiente, la lengua no se ha extendido de manera suficientemente sólida y encara riesgos evidentes, el poder catalán ha sido sometido a una fuerte presión para limitarlo y ahogarlo y el país afronta graves desafíos sociales, económicos y ambientales, que cuestionan la prosperidad y el progreso compartidos de las generaciones futuras. El proceso soberanista de la última década también lo podemos explicar por la enorme insatisfacción de los sectores más emprendedores y dinámicos del país, que no se conformaron y reaccionaron.