Negacionistas Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Castigar a los antivacunas

No le podemos clavar una jeringuilla a nadie, pero sí se puede legislar que quien no se vacune no pueda ir a trabajar, ni por supuesto al cine o a un restaurante

Manifestación de negacionistas en Madrid, el 16 de agosto de 2020. / Fernando Alvarado / EFE

La dureza del primer confinamiento fue un ejercicio inédito y emocionante de solidaridad nunca visto en nuestra sociedad, de raíz egoísta: pueden discutirse los matices, pero en lo esencial el sacrificio simultáneo de centenares de millones de personas, encerradas a cal y canto durante tres meses, fue un éxito indiscutible porque paró el golpe y evitó un apocalipsis definitivo. Pero aquella exhibición de empatía no podía ser eterna o, al menos, no podía ser unánime: los defensores de los mal llamados derechos individuales empezaron a ponerse pesados con la molestia que supuestamente provocaban las mascarillas y, a pesar de su eficacia probada, no han cesado en su campaña para intentar erradicarlas: los gobernantes, tan sensibles a las presiones, cedieron como siempre al 'lobby 'de los histéricos pero, curiosamente, la gente se las sigue poniendo masivamente en la calle, prueba evidente de que no deben molestar tanto.