Poco antes de Sant Joan Catalunya reabría los locales de ocio nocturno, tras casi un año de cierre. La desescalada permitía el acceso a los locales hasta las 3:30 de la madrugada, con pistas de baile y sin necesidad de mantener las distancias de seguridad, eso sí con una restricción del aforo interior del 50 por ciento, sin posibilidad de consumir mientras se bailaba y con uso de mascarillas. Ante el fuerte ascenso de los casos de covid detectados días después de la verbena, especialmente entre los jóvenes, lo que hacía presagiar el inicio de la quinta oleada del virus, la Generalitat decretó nuevamente el cierre de los locales a los que se consideró directamente responsables del incremento de los contagios. Ante la imposibilidad de disfrutar de un ocio legal y controlado muchos, en especial los más jóvenes, optaron por la celebración de botellones una modalidad de ocio ilegal, puesto que está prohibido consumir alcohol en la vía pública, y que ante la impotencia de las autoridades acaba siendo descontrolado. Entonces, el problema sanitario pasaba a convertirse en un problema de orden público, puesto que la policía tenía que multiplicar sus esfuerzos, en muchos casos infructuosamente, para hacer cumplir las restricciones.
Incivismo Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Botellones, restricciones y salud pública
El botellón es un problema de orden público y está claro que no se puede combatir por medio de restricciones de derechos y también que hacen falta recursos para hacer cumplir las leyes
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