Es un sarcasmo que la presencia occidental en Afganistán termine con un atentado. Acabar con la amenaza terrorista fue la razón que EEUU y sus aliados esgrimieron hace 20 años para justificar la invasión. Es la dolorosa prueba final de un fracaso rotundo y de la inutilidad de una misión que acaba mal, sobre todo para las afganas. También es una advertencia para los talibanes: no es lo mismo ganar una guerra exprés a un enemigo que huye en desbandada que gobernar y forjar la paz en un país roto por las guerras, el extremismo y el odio.
Nómadas y viajantes
Afganistán, la pesadilla interminable
La rama afgana de Estado Islámico es un problema para los talibanes, pero también una oportunidad, porque les permite presentarse como moderados
El derrumbe del régimen prooccidental de Kabul tendrá consecuencias para EEUU, que vive un periodo convulso con el ascenso de una extrema derecha antidemocrática
Lugar donde el jueves se inmoló un terrorista de Estado Islámico, en las afueras del aeropuerto de Kabul. /
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