Algunas de las imágenes y discursos que difunden los talibanes afganos desde su toma del poder en Kabul solo pueden llevar a engaño a los que desean mentirse a sí mismos. Pueden aparecer tomando helados, conduciendo coches de choque, jugando en el gimnasio presidencial que acaban de ocupar, dejándose entrevistar por una periodista o incluso prometiendo una amnistía general para todos los que consideran colaboracionistas con los actores extranjeros en estos últimos 20 años y con los sucesivos gobiernos locales. Pero nada de eso los convierte en moderados islamistas ni permite suponer que van a ejercer el poder teniendo en cuenta los derechos humanos o las normas básicas del ordenamiento jurídico internacional.
El futuro afgano Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Los talibanes, a por todas
Tras su nueva fachada instrumental siguen siendo el mismo grupo que pretende aplicar una de las visiones más rigoristas del islam suní en todo el territorio afgano, dispuestos a castigar a quienes se desvíen mínimamente de su dictado
Talibanes vigilan una protesta chií en la ciudad de Herat, la tercera más grande de Afganistán. /
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