Las restricciones por la pandemia Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

La felicidad es un toque de queda

Es aterradora la enorme cantidad de catalanes que están dispuestos a que los gobernantes les recorten los derechos, aunque sea ilegalmente

Jóvenes de botellón en la Barceloneta. / Jordi Otix

Lo más aterrador de la resolución del TSJC no es que demuestra que el ‘governet’ lo forman una pandilla de inútiles que, conscientes de su ineptitud, si pudieran se saltarían todas las normas habidas y por haber, para conseguir sus propósitos. Eso lo sabíamos ya desde 2017, cuando intentaron endosarnos por la fuerza la ‘republiqueta’ que habían soñado en una noche de desmadre etílico, hay quien ve elefantes rosas y hay quien ve ‘republiquetas’ del mismo color. No, lo más aterrador es la enorme cantidad de catalanes que están dispuestos a que los gobernantes les recorten los derechos, aunque sea ilegalmente, qué digo, mejor si es ilegalmente. Eso sí que da miedo, ya que demuestra que somos un pueblo de corderitos, lo cual, bien mirado, tampoco es ninguna sorpresa: como cada año, el próximo 11-S el rebaño cumplirá puntualmente con el ritual de la trashumancia, bajando de los pastos altos hasta los de la capital. Los corderos, vale la pena recordarlo, acaban trasquilados, esto si tienen suerte y no terminan en el matadero.