El paréntesis estival Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

La vida, pastilla a pastilla

Las vacaciones representan un estado de ánimo alejado de los problemas cotidianos, donde la factura de la luz la pagan otros, la ola de calor apenas nos inquieta y todos mantenemos el recuerdo de aquella primera vez

Una playa de la Costa Daurada, este agosto.

No les quiero amargar, pero esto se acaba. Las vacaciones son algo más que un lugar donde despanzurrarse sin más preocupación que el número de quisquillas que nos corresponden a la hora del aperitivo. Las vacaciones son un estado de ánimo. Echamos de menos el lugar de vacaciones porque carecemos de los problemas que nos angustian el resto del año. No tenemos que trabajar, la hipoteca es un pago en diferido a principios del mes siguiente, la factura eléctrica la abonan otros, no nos cruzamos con esa persona a la que no queremos ver, acaso con tu ex, con quien, como es sabido, es muy difícil coincidir si vives en una ciudad como Madrid pero un deporte de alto riesgo fuera de la capital. Las vacaciones son una colección de momentos que van evolucionando de la infancia a la edad adulta. En la pubertad y la adolescencia atesoran el recuerdo del primer beso, el primer revolcón, el primer cigarro, tu madre mirándote fijamente a los ojos porque los ve raros (“¿Has llorado, hijo?”) la primera borrachera y acabar con la cara azul tras la vomitona.

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