El debate energético Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

¿Nucleares? Sí, gracias

La energía nuclear es sin duda una aliada en la lucha contra el cambio climático, y es absurdo que vayamos cerrando centrales cuando deberíamos construir nuevas

Central nuclear de Vandellós. / EFE/JAUME SELLANT

Cuando analizamos fríamente la energía que necesitamos, la capacidad que tenemos para producirla, el desorbitado precio de la luz en España y el gravísimo problema de las emisiones de CO2, uno se pregunta por qué estamos renunciando a las nucleares. Para plantearnos esta cuestión hemos de ser capaces de superar ciertos tabús que han derivado en un miedo exagerado a lo nuclear. El símbolo que todavía algunos recordamos es aquella pegatina –pacifista y ecologista– de finales de la década de los 70 con un sol sonriente y el lema “¿Nucleares? No, gracias”. En el imaginario se contraponía el mundo atómico de la guerra fría con la promesa solar como fuente segura, pacífica e inagotable de energía. El remate fueron tres accidentes nucleares: Harrisburg (1979), Chernobyl (1986) y Fukushima (2011). Pero han sido casos realmente excepcionales. El primero fue debido a un error humano que no se ha vuelto a repetir en Occidente porque obligó a muchos cambios. El segundo, a la combinación de un mal diseño del reactor, a la falta de un recinto de contención, y a una cadena de despropósitos en el marco de un régimen soviético en descomposición, sin agencia de seguridad independiente. Finalmente, Fukushima nada tiene que ver con lo anterior. La central japonesa se construyó en una zona sísmica y hubo un tsunami. Pero el material radioactivo no salió al exterior porque había vasija y se activaron todos los protocolos. Junto a estos tres graves accidentes, hay en la actualidad 442 centrales nucleares que funcionan correctamente y suministran el 11% de la energía mundial.