Este artículo ya lo vivimos y sentimos hace casi un año, cuando Messi mandó el burofax a las oficinas del FC Barcelona para dar por terminado su contrato. Messi se va, decíamos incrédulos, y enseguida nos pusimos a recordar sus grandes proezas, sus títulos, sus goles -toda esa memoria sentimental que compartimos desde hace dos décadas-. Luego vino la entrevista en que se sinceraba en chancletas, desde su casa, y aceptaba que tenía que quedarse para no perjudicar al club. Se puede creer, pues, que todo aquello era un ensayo general de su adiós, y en esta hora difícil deberíamos estar más que preparados, pero en realidad es todo lo contrario.
La tribuna Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
El segundo adiós de Messi
Este es aún más doloroso. La primera vez se quería ir y tuvo que quedarse; ahora se quería quedar y el club se ve obligado a dejarle marchar
Messi, el pasado 11 de mayo en el encuentro ante el Levante en València. /
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