Que callen. Que callen de una vez. Que dejen de gritar. No puede concentrarse. Solo las oye a ellas. Voces de lodo, pegajosas y sombrías. Voces sulfúricas, corrosivas e hirientes. Voces que exigen y, a la vez, anulan. Que enredan los pasos, que lastran los sueños. Que paralizan. Que someten. Son los demonios de la cabeza. Así los llamó Simone Biles, la rutilante gimnasta estadounidense de 24 años, al abandonar los Juegos de Tokio 2020. Ella, la mujer asombrosa, la admirada. El orgullo de los negros. El reflejo para todas aquellas sobrevivientes de abusos sexuales. Demasiado peso para sus hombros. Y ahora, un apunte más a su biografía: el valiente anuncio de sus problemas de salud mental. ¿Peso o alivio?
Salud mental Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Demonios en la cabeza
La decisión de Biles de abandonar Tokio 2020 pone de manifiesto el deterioro de la salud mental entre los más jóvenes
La gimnsata estadounidense Simone Biles /
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