El tomate de nuestra ensalada ha necesitado 13 litros de agua, tres meses de suelo fértil, pesticidas y fertilizantes artificiales, mano de obra para recolección, transporte y venta. La producción del tomate, como del resto de los alimentos, deja una huella hídrica importante, además de una huella de carbono, ambas multiplicadas por la ineficiencia: un tercio de los alimentos se malogran. A esto, hay que añadir las siguientes tendencias: menos lluvias, sequías más frecuentes, un descenso de la fertilidad de la tierra cultivable derivada del aumento de la temperatura, y una población de 10.000 millones de personas con necesidad de alimentarse para 2050. Todas las variables implican una disminución de la oferta, por lo que, si no se hace nada, es inevitable el incremento del precio de los alimentos frescos.
La producción de alimentos Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Con la comida no se juega
La transición a sistemas de alimentación más sostenibles y resilientes ante el cambio climático es uno de los ejes prioritarios en las políticas europeas
El viaje del tomate Tom /
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