El Reino Unido celebró este lunesel llamado 'Día de la Libertad', que se tradujo en el levantamiento poco menos que completo de las restricciones asociadas a la pandemia. A tenor del parecer de los inmunólogos y de las críticas de Keir Starmer, líder de la oposición laborista, más que de una decisión precipitada del Gobierno conservador, cabe hablar de un disparate que llena de incógnitas los resultados de la lucha contra la enfermedad durante las próximas semanas, mientras el parte diario de contagios en el país ronda los 50.000, y el primer ministro, Boris Johnson, y el de Economía, Rishi Sunak, permanecen confinados por haber mantenido estrecho contacto con el titular de Sanidad, Sajid Javid, infectado. Un panorama más propio del teatro del absurdo que de cualquier otra cosa, incluida la prudencia extrema que requiere afrontar la arremetida de la variante delta del virus. El anuncio, también el lunes, de que a partir de septiembre será obligatorio presentar el pasaporte de vacunación en las discotecas apenas es un parche que, más que efectivo, añade confusión.
Editorial Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Johnson renuncia a la prudencia
Al confiar el éxito de la lucha contra el covid en el comedimiento ciudadano, el Gobierno británico abandona la responsabilidad que le corresponde
Asistentes a la fiesta ’00.01’ en el club Oval Space de Londres, que empezó justo un minuto después de que se levantaran las restricciones en el Reino Unido. /
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