Aunque Pedro Sánchez ha ido con mucho cuidado y ha estado prácticamente hermético respecto a sus movimientos de las dos últimas semanas, hemos tenido mil y una interpretaciones públicas ajenas sobre sus motivaciones y objetivos. Ningún observador de la política interior española ha dejado de hacer lecturas como si fuesen grandes enterados. Barajando tres o cuatro datos, siempre los mismos, con el supuesto pero probable desgaste psicológico y funcional de la larga e irregular batalla contra el covid por delante. Pero, asimismo, a partir de los forcejeos en la distribución de competencias entre la Administración central y las autonomías (a causa de nuestro inacabado modelo territorial), del duro viaje hacia una comprensión bastante generalizada de la conveniencia política de los indultos en las esferas ajenas al PP y Vox, y de las causas profundas de la impresionante victoria simplista de Isabel Díaz Ayuso en las elecciones madrileñas.
Cambio de Gobierno Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Las mentirijillas de este verano
No descarten que Sánchez y su corazón de hielo haya querido hacer una simple demostración del poder casi absoluto que cree administrar y de la independencia personal frente al entorno que creía condicionarle
Foto de familia del Gobierno de Pedro Sánchez con los nuevos ministros. /
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