Aceptar al otro Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Déjame ser diferente

Existen problemas de seguridad jurídica que pueden provocar las nuevas normas que se avizoran sobre el colectivo LGTBI y que hay que resolver antes de que se promulguen. Pero su objetivo último parece positivo, solo por eso merecen ser tomadas en consideración

Manifestación LGTBI contra la transfobia el Día del Orgullo, en Barcelona. / Ricard Cugat

La mayoría de personas parecen estar ubicadas en un colectivo. Aparentemente todo es más fácil así. Unos son de derechas, otros de izquierdas. Unos son “pijos”, otros de la ‘working class’, unos son inmigrantes, otros son nacidos aquí. Unos están o se sienten comprometidos en causas sociales y otros las miran con desprecio como ingenuos efluvios banales. Unos son del Barça, otros del Madrid, unos “del barrio” y otros no. Lo que tienen todos ellos en común es que son gregarios. Hacen exactamente lo mismo que los que son como ellos, y no se separan de la pauta. De hecho, saben que está mal visto actuar como alguien que no pertenece al patrón, y por eso lo siguen, con independencia de lo cómodo o incómodo que les pueda resultar en ocasiones. En realidad, lo cómodo es seguir en Matrix.