La ministra de Igualdad, Irene Montero, habla mucho, pero escucha poco. De eso se quejan los médicos especialistas en transexualidad, así como numerosos grupos feministas, que no han sido atendidos y que se muestran alarmados, particularmente preocupadas en tanto que mujeres, por el cambio de paradigma que representa el proyecto de ley trans que el Consejo de Ministros aprobó la semana del orgullo LGTBI. El asunto es complejo porque dicha propuesta mezcla conceptos diferentes, sexo y género, con graves consecuencias política y jurídicamente. De entrada utiliza un genérico inespecífico, ley “trans”, que la ciudadanía identifica con las personas transexuales, con la mejora de sus derechos, algo que casi todo el mundo celebra en nuestra sociedad, pese al inquietante aumento de agresiones homófobas. España es un país pionero en el reconocimiento de la transexualidad y desde 2007 dispone de una importante ley, susceptible de ser mejorada. Sorprendentemente, hay un deliberado intento por hacernos creer que hasta ahora no se había hecho nada.
Una norma polémica Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Ley trans, el dislate del generismo
No es extraño que el feminismo radical se haya puesto en pie de guerra, la nueva norma es un salto que puede tener graves afectaciones, como ya se están viendo en algunos países
El colectivo pro Ley Trans Euforia durante una concentración frente al Congreso de los Diputados. /
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