Los oficios

Un matrimonio de conveniencia

La falta de oportunidades y los sueldos migrados han aturdido las vocaciones de los jóvenes, sobresale hacer un trabajo por necesidad

Gel hidroalcohólico en un aula de instituto. / Manu Mitru

Mi peluquero, de 27 años y con los brazos llenos de tatuajes, habla mientras me corta el pelo. Se trata de matar el silencio y nos salen los temas más banales. ¿Te gusta este trabajo?, le pregunto. Me responde desde el espejo con una mueca que parece de indiferencia, ni sí ni no, pero me dice que se gana la vida. Tiene un piso alquilado y vive solo, le gusta la fotografía. Hace fotos a sus amigas para colgarlas en Instagram, así como de estilismo y tal. Ellas le dicen que lo hace muy bien y a veces piensa que podría dedicarse profesionalmente. Nos callamos un instante y entonces me dice que también ha pensado en hacerse diseñador de videojuegos. Ya sabe que es superdiferente, pero le gustan mucho y tiene buenas ideas. Solo tendría que hacer un cursillo y ya está.

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