Hubo un tiempo en que lo poco que sabíamos del Tribunal de Cuentas era que tiraba levemente de las orejas a los gobiernos por algunas minucias contables años después de acabado el ejercicio. La información se acompañaba de un lamento por el retraso y los miembros del organismo aducían falta de medios y poco interés por su trabajo por quienes eran controlados. Las razones sonaban a obvias. Y aquí acababa el recordatorio de su existencia hasta la siguiente ocasión.
Conocidos y saludados
Las cuentas y los cuentos
Andreu Mas-Colell, ese hombre con pinta de sabio despistado a quien reclaman casi 3 millones ha contribuido, como de pasada, a poner en tela de juicio el Tribunal de Cuentas, un organismo fiscalizador apenas fiscalizado
Andreu Mas-Colell, en el Parlament, en una foto de archivo. /
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