Las chinas sufrieron entre 1979 y 2016 la brutalidad de la política del hijo único, que las condenó a todo tipo de vejaciones por los funcionarios encargados del control de natalidad e incluso muchas padecieron el maltrato del marido y la familia política por no dar a luz un varón. Cuando hace seis años el Gobierno aceptó que tuvieran dos hijos, se enfrentaron a nuevas presiones para que abandonaran el trabajo y se dedicaran a la crianza del segundo vástago. La actual oferta del Partido Comunista Chino (PCCh) de tener tres hijos la reciben cansadas y hartas de que sigan mandando en sus úteros. Las chinas se plantan frente al partido y rechazan tener más descendencia.
Permiso para el tercer hijo
Las chinas se plantan frente al Partido Comunista
La catastrófica política demográfica del PCCh no solo ha dañado la estructura familiar y los valores tradicionales, sino que ha perjudicado el desarrollo de la mujer y fomentado el egoísmo con que han crecido las generaciones de hijos únicos
Xi Jinping, secretario general del Partido Comunista y presidente de China. /
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