Hace unas semanas estuve en un encuentro virtual con un grupo de personas mayores para hablar de su experiencia digital. El optimismo reinaba en la sala y no pude evitar cierta emoción al ver abuelos y abuelas ávidas, usando Zoom con desparpajo después de una pandemia donde el peaje de la desconexión era la soledad. Me contaban que incluso le estaban pillando el truquillo a pagar con el móvil en la panadería y hacer transferencias de dinero a través de “binzus”, como quien envía un mensaje. Me pareció entrañable el nombre versionado, con esa magia de las nomenclaturas libres y aproximadas pero que se entienden por contexto. Y lo importante no es conocer la marca, sino saber que existe, entender cómo funciona y poder usarla. El mundo ha cambiado mucho desde que nacieron, me decían, pero que tienen ganas, motivación y medios para sumarse al carro digital.
Tecnología y tercera edad
El día que el MWC esté a prueba de abuelas
Crear espacios para escuchar lo que los mayores tienen que aportar al debate sobre el uso de las nuevas tecnologías también es humanismo digital
Varios visitantes en el espacio Cloud City del Mobile World Congress, durante al tercera jornada de la feria. /
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