Mi padre es la única persona que he conocido que no llamaba para hablar sino para escuchar. "Hola", decía siempre, sin el nombre. "¿Alguna novedad?", añadía a continuación. Y así conseguía que fuera yo el que siempre tuviera que arrancar la conversación, el que iniciara nuestro repaso diario a la familia, los libros, la política, el Barça y, para contestar su pregunta, cualquier cosa nueva e interesante que hubiera pasado aquel día bajo la capa del cielo. Mi padre te obligaba a diseñar la escaleta, a llevar el peso de la conversación, y ahora al final, a sacar todos los temas, pero era él, con sus silencios, sus puntualizaciones, sus referencias cruzadas (un libro siempre llevaba a otro, una persona a un recuerdo, un gol a otro parecido o mejor del pasado), quien daba todo el sentido a nuestras llamadas.
Recuerdo
Mi padre
Después de toda una vida llamando, mi padre recibió la llamada que hacía tres años que estaba esperando: la de Jordi Sànchez como hombre libre
Xavier Folch.
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