Nuevo escenario

Irán estrena presidente

La población se aparta aburrida de unas urnas cuyo resultado ha sido decidido de antemano. Como consecuencia el divorcio entre el pueblo y la clase dirigente se acentúa

Ebrahim Raisi. / AFP / ATTA KENARE

Hay países que tardan semanas en publicar los resultados electorales. En las últimas elecciones norteamericanas, por ejemplo, se tardaron varios días mientras Trump vociferaba que se las habían robado. Irán es diferente. Allí los resultados electorales se conocen semanas antes de que la gente vaya a votar. Las elecciones del domingo pasado han sido un fracaso de participación (48%, un 25% menos que en 2017) y un escándalo porque se ha impedido competir a candidatos que no resultaban gratos al régimen. Así no es extraño que muchos iraníes optaran por quedarse en casa y lo raro es que algunos se molestaran en acercarse a las urnas sabiendo que su voto era perfectamente inútil. A esto han reducido los ayatolás lo que un día pudo ser un sistema no digo que democrático porque “Alá y su voluntad no se someten a votación” -como me comentó un líder islamista marroquí- pero sí, al menos, un sistema más abierto y pluralista que el de sus vecinos árabes del Golfo Pérsico.

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