La senda del diálogo

Volver a empezar

Los indultos nada solucionan, pero al menos han despegado las suelas del barro tras una década en la ciénaga

Pedro Sánchez, a su llegada al Liceu, en Barcelona. / AFP / LLUIS GENÉ

El solsticio, las hogueras de Sant Joan, los reencuentros y el cava, la eficacia de la vacunación, los paseos al fin sin mascarilla y los presos del 'procés' en sus casas... Las circunstancias parecen haberse confabulado en favor de la alegría o, al menos, de cierto optimismo de ceja levantada. Vino el presidente Pedro Sánchez al Gran Teatre del Liceu a anunciar los indultos, justificándolos en la necesidad de «restituir la convivencia», y aunque no añadió gran cosa, sonó balsámico el discurso, trufado de estudiadas citas de Miquel Martí i Pol y Juan Marsé (la alusión a 'Encerrados con un solo juguete' estuvo un poco más traída por los pelos, pero da igual).