Los polémicos indultos no serán la tumba política de Pedro Sánchez como pudo parecer hace un mes cuando anunció la medida desde Bruselas en una intervención poco afortunada. Desde entonces y hasta su concesión por el Consejo de Ministros, el presidente ha mejorado la comunicación y sale bastante indemne del espinoso asunto. En Catalunya, su posición claramente se ha reforzado, pues ha sabido sacar a su iniciativa el máximo provecho, mientras que en el resto de España el rechazo inicial ha ido a menos, como lo prueba que al PP no le fuera bien en Colón. Ahora bien, Sánchez no tiene ninguna garantía de que el independentismo vaya a dejar atrás el victimismo, la soberbia y el tono de exigencia continua hacia el Estado sin ofrecer nada a cambio, o que reconozca que la primera dimensión del conflicto es entre catalanes y, por tanto, acepte una mesa de diálogo también en Catalunya. No es lo mismo Junts, la CUP que ERC, pero tampoco parece probable que Pere Aragonès, aunque lejos de la actitud desafiante de sus predecesores, quiera entrar a negociar ninguna de las ofertas de mejora del autogobierno que le hará Miquel Iceta, cuyo papel en el Gobierno se está reforzando.
El calendario político
Tras los indultos, la legislatura
A Sánchez y al Gobierno de coalición le conviene volver ya a la agenda económica y al discurso social, a las cosas concretas. Le interesa aparcar la cuestión territorial para lucir grandes acuerdos
Aplausos a Sánchez a su llegada al Congreso. /
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