Unilaterales

Españolismo mágico

Con el independentismo y Pedro Sánchez aterrizando en la realidad, la derecha sigue volando con su españolismo mágico y unilateral, como si todavía estuviéramos en el 2017

Imagen aérea de la concentración en la plaza de Colón de Madrid contra los indultos del ’procés’. / EL PERIÓDICO

Mientras el independentismo y Pedro Sánchez ultiman su meritorio aterrizaje en la pista de la realidad, la derecha extrema y la extrema derecha siguen acudiendo a Colón agitando su particular unilateralismo patriótico. En política, el mérito no es atizar a los rivales sino enfrentarse a los tuyos: mientras una jauría de fanáticos propios acusa a Junqueras de todo tipo de cómicas traiciones, Jordi Sànchez aguanta con fuerza las embestidas del 'pelotón Artadi' de los puros y Pedro Sánchez empieza a doblegar a sus particulares dinosaurios socialistas, Pablo Casado ha escogido el camino fácil de decirles a los suyos lo que quieren escuchar, que no es nada más que el enésimo retuneado del mismo "a por ellos" de siempre. Pero lo que no ve, o no quiere ver el PP, es que los vientos han cambiado y que ir hoy a Colón, con el Gobierno en pleno apoyando los indultos y una ministra como Ione Belarra diciendo que dejaría volver a los exiliados, es no haber entendido que ya no estamos en el 2017. Mientras el independentismo empieza a explicar con valentía que el unilateralismo no ha servido de nada, es la derecha rancia la que paradójicamente vive anclada en la nostalgia del 1-O, los 'piolines' y las exaltaciones patrias. En algún momento, también esta derecha deberá empezar a contar la verdad a los suyos y decir, por ejemplo, que evidentemente no hubo ningún golpe de Estado sino simplemente una manifestación pacífica en la que los 'Jordis', que llevan 3 años en prisión, le pedían a la gente que se fuera a su casa. O lo que es lo mismo: nada se resolverá hasta que Casado o quien sea del PP sea acusado de traidor en sus propias filas, como ya les ha sucedido a los independentistas y al propio Pedro Sánchez. Derrotado el independentismo mágico, queda el gran bastión del españolismo mágico, que más pronto que tarde deberá recoger el teatrillo de banderas y postureos grotescos como el de Colón y empezar a hablar a la gente como si fuera adulta. Vienen tiempos apasionantes, en los que, guste o no, la verdad vuelve a cotizar al alza.