Algo en la agenda global se mueve y no tiene mala pinta. La transformación de signo político en EEUU y las consecuencias de la pandemia han abierto la puerta a entender que, si conseguimos globalizar los beneficios, debemos ser capaces de distribuir las ganancias de manera más equitativa. Dos hechos empiezan a constatar el cambio: por un lado, la necesidad de compartir vacunas; por otro, la reunión este fin de semana del G-7, el grupo de países mas ricos del mundo, intentando poner fin a la barra libre de las multinacionales -especialmente las de negocio digital- para tributar en el lugar donde menos se pague.
La revolución que viene
Trabajadores del campo reciben la vacuna del coronavirus en un centro sanitario de Alcarràs. /
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