Ágora

Tenemos un plan para el clima

La sostenibilidad del planeta no es solo una parte de la agenda política, sino su eje vertebrador

Placas fotovoltaicas en un parque de Barcelona

La pandemia nos ha enseñado que de esta crisis sanitaria global sin precedentes solo podemos salir con una solución global compartida para todos en una escala planetaria. La victoria frente al virus debe alcanzar a toda la población, sin excepción. Cualquier otra solución parcial mantendrá vivo el peligro del coronavirus. Esta lección debemos ahora aplicarla también a otra amenaza global que es el cambio climático. Por eso hoy, Día Mundial del Medio Ambiente, es una buena ocasión para recordárnoslo, analizar las consecuencias ya evidentes del fenómeno y planificar las acciones de los compromisos compartidos en la defensa del clima y, por consiguiente, de nuestro futuro en un mundo sostenible y libre de emisiones contaminantes.

Recordemos que hoy conmemoramos la pionera Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano, celebrada en Estocolmo en 1972. Ese primer foro mundial sobre las problemáticas medioambientales destacó cuestiones que ahora forman parte de la mayoría de agendas sociales y políticas. Casi medio siglo después, sabemos ya muy bien que la sostenibilidad del planeta no es solo una parte de la agenda política, sino su eje vertebrador.

La ecología va más allá de la defensa del patrimonio natural. Cómo compramos, cómo producimos y trabajamos, cómo nos desplazamos, cómo nos comunicamos, cómo construimos o reformamos las viviendas: todo tiene un valor ecológico, todo cuenta para ser eficaces en la salvaguarda del medio. Y resulta aleccionador, como apuntábamos al inicio, que una gravísima crisis sanitaria haya demostrado que somos muy capaces de encontrar soluciones cuando trabajamos juntos para resolverlos retos globales.

El compromiso por el clima empieza en las administraciones públicas. Y el de la Diputación de Barcelona viene de lejos. Acabamos de conmemorar los 40 años de nuestro Servicio de Medio Ambiente, la primera administración específicamente ambiental del Estado y una de las primeras de Europa. Ahora tenemos ya una Área de Acción Climática, que es una de las cuatro con que desplegamos nuestra labor de apoyo a los gobiernos locales de la provincia de Barcelona.

Hace más de una década que asumimos el compromiso de ayudar a los ayuntamientos a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, con el objetivo de que en 2030 hayan disminuido un 55% respecto a 2007. Estamos volcados en aumentar este apoyo, en el que se inscribe el programa Renovables 2030, acordado con el Gobierno de España, que servirá para que en esta décadas e implanten 150 instalaciones de placas fotovoltaicas en edificios municipales de la provincia de Barcelona y 30 más de producción térmica a partir de biomasa.

Pero el compromiso de la Diputación con el clima también lo aplicamos de puertas adentro. En este sentido, estamos renovando nuestro parque móvil con vehículos no contaminantes. El 25% de la flota de la Diputación utiliza ya energías limpias. Además, desde 2007, cuando no disponíamos de ninguna instalación fotovoltaica, las hemos multiplicado hasta lograr en 2019 un ahorro anual de 100 toneladas de emisiones de CO2. También hemos instalado calderas de biomasa y redes de calor en equipamientos de nuestra red de parques naturales.

No obstante, sabemos que los resultados de estos esfuerzos todavía están lejos de los objetivos planteados. Tenemos que pisar el acelerador. Lo hemos hecho por el coronavirus y también podremos hacerlo por el clima.Por ello, hemos creado la Taula pel Clima i l’Energia, que está redactando el Plan Clima, un documento de planificación estratégica que sitúe a la Diputación al frente de la acción climática, alineada con la Agenda 2030, los objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas y, a escala europea, el Pacto delos alcaldes y alcaldesas por el clima y la energía.

El Plan Clima nos capacitará para llegar a una economía circular: ambientalización de la contratación y la compra;prevención delos residuos y gestión cuidadosa del reciclaje, y uso exclusivo de energías limpias). El objetivo final, ambicioso pero asequible, es claro: convertirnos en una administración con cero emisiones. No es una utopía, es nuestro compromiso y una imperiosa necesidad, como lo ha sido la vacuna contra la covid.