Hay puertas que se pueden abrir y cerrar a voluntad. Otras en cambio, solo se pueden cerrar, con plena seguridad que una vez consumado el sencillísimo gesto de clavar un ligero empujón ya no se volverán a abrir. Es el caso tanto de la ampliación del aeropuerto como del Hermitage. Dos oportunidades para Barcelona que no se presentan porque las instituciones las reclamen, las planifiquen o tengan que esforzarse en financiarlas sino que, en un caso AENA y en el otro un grupo de inversores, creen que son de interés general y que les convienen como empresas. Tanto el aeropuerto como el Hermitage salen gratis, y quizás de aquí, de la tan catalana falta de costumbre, y por lo tanto aversión, a tenerlo todo pagado, ni que sea un triste café, la suspicacia con la que se contemplan desde mentalidades estrechas.
Proyectos controvertidos
Aeropuerto y Hermitage, no al no
No parecen mal negocio, sobre todo si como se sabe no se trata de rascar los bolsillos de las administraciones locales sino tan solo de obtener beneficios
El proyecto del Museo del Hermitage. /
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