La semana pasada tuvimos en casa una visitante muy especial: una abubilla. Apareció de pronto a eso de media mañana, se posó en la baranda de la terraza y se dedicó a acicalarse durante unas tres horas. Se la veía a gusto y no parecía tener ninguna prisa por marcharse. Además, aquí encontró un público entregado.Los humanos la observábamos boquiabiertos, admirando su vistoso plumaje cobrizo y su elegante penacho a rayas. También mis cuatro gatos la miraban sin perderse detalle, inquietos, acechantes. Terminada la limpieza, sin perder la compostura, la abubilla se marchó.
Aves en peligro
El punto de vista del ornitólogo
La supervivencia de la mayoría de especies de pájaros depende de nuestro compromiso para cuidar de ellas
Una familia de vencejos
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