Fue algo así como una Nochevieja, pero sin uvas ni cotillón. No cambiaba el año, pero como si. No cambiaba el siglo, pero como si. Era tan solo un cambio de estado. Un relevo. Una modificación de las reglas del juego. Hubo besos, abrazos y lluvia de mensajes en el móvil. Hubo brindis, jolgorio, desmanes y copeo hasta las tantas. Por lo demás, parece que no hubo ni globos ni confeti. Las únicas serpentinas fueron las que, invisibles, se desplegaban y me revolvían por dentro, un cosquilleo similar al de las famosas mariposas en el estómago de los momentos decisivos. Estábamos frente a un cambio cuyo alcance nadie se atrevía a predecir si no era a base de titubeos. Los pronósticos -más que pronósticos, pedernales- chocaban entre sí. Y del choque saltaba un festival de chispas.
El dilema
La bolsa o la vida
Ese ha sido (y sigue siendo) el dilema imperante en pandemia: la bolsa o la vida. Una frase que suena al "ser o no ser" que nadie se atrevió a esgrimir en esa noche de juerga
Jóvenes de fiesta en la Barceloneta, tras el final del toque de queda. /
Lo más visto
- La FGE sustituye a la fiscal de Madrid por el fiscal superior de Extremadura en la querella de la pareja de Ayuso contra dos fiscales en su caso de fraude
- Este domingo puedes visitar el bosque del Prat que solo abre 10 veces al año
- Muere Carola Miró, la esposa del expresidente de la Generalitat Quim Torra
- Cómo ver el concierto gratuito de Madonna en Copacabana
- Un muerto en un tiroteo al lado de la parada de metro de Maresme-Fòrum de Barcelona